Bienvenidos a Fotoartis

Este blog nació en octubre de 2007 para aprobar una asignatura. Entonces Fotoartis era un espacio dedicado a la fotografía en general, y muy especialmente a la fotografía artística.
Pero ahora Fotoartis entra en una nueva etapa. Ahora será un blog personal, aunque mantendrá el nombre porque le he cogido cariño.

BIENVENIDOS TODOS. RAY COY.

domingo, 6 de julio de 2008

La Graduación

La tarde del 4 de julio se me quedará grabada para siempre. No lloré, pero poco me faltó porque todo fue muy emotivo: el viernes me gradué.
Aquella tarde entramos al salón de actos de manera diferente a como lo habíamos hecho otras veces. En esa ocasión no íbamos a asistir a una proyección ni tampoco íbamos a escuchar la conferencia de nadie. Esa vez los protagonistas del acto íbamos a ser nosotros. Todos engalanados (bueno, no todos, que siempre hay quien da la nota...) y con asientos reservados con nuestros nombres. Como unas estrellas.
Me gustaría resumiros lo vivido en los últimos cinco años, pero creo que el mejor resumen de la carrera lo hicieron de manera magistral mis compañeros Manolo y Marina, los elegidos para que dieran el discurso de los alumnos en el acto de graduación. Imaginad que estáis sentados en el salón de actos, os envuelve una luz tenue y sois uno más entre los familiares y amigos de los alumnos de Periodismo C. Marina y Manolo se acercan al atril y se disponen a hablar. Os dejo con ellos...


Ilustrísimo señor Decano, profesores, queridos familiares… ay, compañeros… que ya estamos aquí. Que nos parecía mentira hace unos días cuando estábamos terminando de montar el reportaje para Olmo… y estudiándonos los apuntes de Lorena… y por fin, 4 de julio. Y queréis escuchar el discurso que hemos preparado, ¿no?

Pues tenemos que pediros disculpas. Porque… no hemos escrito el discurso. Lo sentimos mucho, no hemos podido, de verdad… Entre tanto examen, tanto trabajo, que si el informativo, que si las cámaras… Además encima justo en este mismo año va España y gana la Eurocopa… algo así había que salir a celebrarlo… Total, que llegó ayer por la tarde y nos dimos cuenta de que no habíamos escrito ni una sola línea. Ahí nos entró la crisis: que si tú puedes improvisar sobre la marcha, que se te da muy bien, que si yo no salgo a hablar en esas condiciones…

Al final nos tranquilizamos un poco, y nos pusimos a pensar si alguna técnica de las que hemos aprendido en estos años nos podía servir para salir del paso. “Discursos fin carrera Periodismo”. Así lo metimos en el Google. Venga, reconoced que todos lo habéis hecho alguna vez. Pero no había nada que mereciera la pena. Miramos en tuentis de otros compañeros, en el youtube, en la Wikipedia…

Y de repente, ocurrió el milagro. Sí, un milagro. Encontramos una historia anónima, contada en tercera persona, sobre alguien que sin duda, ha estado con nosotros todos estos años.

No hemos conseguido averiguar de quién se trata, pero como lo vimos tan real, y el tiempo se nos había echado encima… y ya que el copia y pega es algo tan nuestro (o al menos eso dicen algunos profesores…)… esperemos que os guste.

Todo comenzó allá por el verano de 2003, justo en el mismo día en que se conocieron las notas de Selectividad. Tenía puntos suficientes para elegir entre varias carreras. Y lo más importante, para entrar en esa con la que había soñado durante tanto tiempo.

Perdona que te corte… pero anda que no se llevarían las manos a la cabeza en casa cuando lo dijisteis… A cuántos de vosotros os habrán dicho que por fin esa cabeza loca se centraba… O que por qué no seguir la carrera del padre, o del hermano, una carrera “seria”, de las de siempre, una Arquitectura, Medicina, Derecho… Periodismo, ¡qué locura! ¿no?

Pero lo tenía claro. Había pasado muchas tardes escuchando la radio durante los partidos de Liga, había madrugado demasiado para escuchar las tertulias de la mañana, había visto todos los programas de sucesos, los de Ana Rosa… Y no lo dudó. Ocho. Cuatro. Uno. Cero. Cero. Uno.

841001. ¿Os acordáis de ese número? El código para entrar en Periodismo en la Universidad de Sevilla. El que todos pusimos en nuestro formulario de preinscripción y gracias al que fuimos miembros de la gran familia de la Hispalense. Pero esos papelajos no fueron nada. La prueba más dura, en solitario, vino después: la gran gymkhana para entrar en la Universidad: la lucha con la Secretaría. Papeles, más papeles, becas, horarios, calendario de exámenes… y lo que nos quedaba todavía…

Llegó el día en el que tenía que coger ese autobús que paraba un poquito más allá de la Facultad de Comunicación, un edificio al que prácticamente le estaban quitando el polvo de la obra. Su clase: la 3.2. Allí se encontró de todo: gente del Puerto, como Rocío Jiménez y José Antonio; de Aguilar como Rocío Puebla; de Aracena como Moya o sevillanos de toda la vida, como Monty o Juanma. Y muchos de los que conoció en ese instante se convirtieron en los mejores amigos para toda la carrera. Como ocurrió con Feli y Viky, que desde primero fueron uña y carne.

Cuántos grupos de amistad se forjaron en estos años de carrera: Patri, la más diva de la clase, Mª José, Rosario, Ana Marín, Vanesa, Juan, Javi, Luis y Marta, que acaba de volver de Madrid de una Séneca…

O Mari Ángeles, Rocío Navarro, Rafa y Antonio, amigos desde prácticamente los primeros meses de clase.

Y ese mismo día, poco antes de las cuatro menos cuarto entró en clase la primera profesora de la carrera: Lina Gavira. Lina, que empezó a hablar y a hablar, y hablar… Y descubrimos que eso eran las clases de la Universidad: una verborrea interminable que ponía a prueba las muñecas de los estudiantes…

Con Lina llegaron los primeros teóricos de la Sociología y la Comunicación: Ibáñez, Morin…

… y Giddens…

…y Giddens. Y entonces fue cuando aparecieron en escena Toñi y Laurita de Cádiz, que cada tres palabras de Lina, levantaban la mano para preguntar algo. Alguno las criticaba por eso, pero fueron las primeras valientes del grupo, las que no tuvieron vergüenza de preguntar las cosas que no entendían… que no eran pocas.

Lo divertido de ese año fueron las cámaras… Eso no lo dice el relato de internet. Ese momento en el que el profesor nos acompaña a todo el grupo al almacén, nos abre las puertas y nos dice… “hala, a grabar. Buscaos la vida”. Tanto botón junto, tantas palabrejas, ¿qué narices es el shutter? ¿Por qué se ven estas rayas discontinuas en el visor de mi cámara? Ya no íbamos a poder presumir ante los amigos de ser profesionales… ¿Qué no? Norma número dos del estudiante: lo que no esté en la biblioteca… se puede fotocopiar en la copistería. Y de esta manera, encontramos un super manual de la Canon XL que nos ha salvado la vida durante los cinco años.

Primero… primero fue un año extraño, poco definido, que no se parecía en nada a lo que había pensado siempre que era el periodismo. Fue el año de los desconciertos, como el que vivió en Lengua, con dos profesoras, hasta que llegó Lola Pons y le hizo sentir que la Lengua de Bachillerato no servía para nada.

Pero el mejor cambio fue el de Teoría de la Comunicación, cuando Ángel Acosta dejó a la clase sola ante el peligro y en su lugar entró un tipo que entre las teorías de Schram y Maleztke ponía el video de Jimmy Hendrix en el festival de Monterrey. ¿Os acordáis de Serrato, cuándo nos hablaba de los Sonic Youth y los Blue Velvet entre clase y clase sobre Shannon, Lasswell y la aguja hipodérmica?

Unas clases muy ilusionantes con tipómetros de última generación, divertidas, hasta que llegaron los exámenes. Primero los de febrero. De prueba, cuando aprendió que a veces, los momentos de estudio más valiosos son ese vistazo que se le da a los apuntes justo antes de que el profesor diga “fuera papeles”…

Pero nos faltaba algo. Porque mucho Gabilondo en la lección inaugural, mucho De la Morena dando charlitas, pero todavía no habíamos aprendido nada para ser como ellos. Todavía no teníamos esa ironía tan fina de Carlos Herrera. Porque ¡no habíamos tenido clases de redacción!

Tuvo que esperar a segundo para comenzar a redactar lo que serían los primeros titulares. Aunque ese año fue también el de las bajas: esos que se fueron en desbandada a la mañana, con la creencia, totalmente equivocada, de que se estudia mejor por las tardes. Las bancas de Belén, Mari, Ana Martín, de Almudena, de Alicia, de Rocío Quiñones quedaron desiertas… Dicen que cuando los del grupo de tarde se cruzaban con estos trásfugas se escuchaban gritos de “¡desertores!”. Pero volvieron, aunque fuese como Juan Infantes, que parece el Guadiana…

Volvieron, volvieron. Pero ese año se perdieron la gran verdad del mundo universitario que nos desveló Juan Rey: la cadena de montaje española también se aplica a los trabajos en grupo: uno lo hace, otro firma, al tercero hay que buscarlo para firmar…

…y al último hay que falsificarle la firma. Trabajos en grupo, trabajos en pareja, individuales, con cámara, trabajos de radio, trabajos en plató… para que luego digan que los de la facultad no salen preparados para la dura vida profesional…

Ahora, que para dura, la asignatura con más leyendas urbanas de la carrera. La de nuestro Decano. Eso sí, como la Selección… ¡pudimos! sobrevivir a Paco Sierra.

Pero si hay algo que le gustó más que nada de ese año, fue la Literatura. La manera de contar las historias de Mª Jesús, que hacía que ese rollazo de autores, transtextualidades, hipertextos y cronotopos fuese una especie de cuento de hadas… del que luego tuvo que examinarse.

Pero para historias… las de la comunicación social. Las dos. La de Miguel, que vivía la Guerra de las Galias como si fuese el mismísimo Julio César y en apenas unos meses, nos contaba todas las batallitas del ejército ruso y las estrategias propagandísticas de Himmler… Y también la Historia de Varea, que lo mismo nos decía que la banda sonora es eso que se oye cuando una lentilla se cae al suelo y hace clonc que nos mandaba ver una lista interminable de películas. ¿Cuál os gustó más, la de Juana de Arco ardiendo durante dos horas? ¿O El Nacimiento de una Nación?

Y entre película y película, parágrafo y parágrafo… de pronto se vio sobre una atalaya privilegiada… desde la que divisó otro de los grandes mitos de la Facultad: el Cushipandeo. Ese acto de convivenshia, que no de botellón, al que sólo asistieron Juan José Pedrajas y cuatro amigos más… ese año, no tuvo mucho éxito la convocatoria porque todos estaban demasiado ocupados moduleando, soñando, comiendo y duchándose con el módulo, el gran amigo.

Rodeados de módulos, Carmen Espejo nos contagió su pasión por la Historia del Periodismo y viajamos, subidos en hojas volantes, a través de los siglos por relaciones, gacetas, avissi, pliegos sueltos, almanaques… y nos sentimos unos verdaderos privilegiados al conocer los orígenes de nuestra profesión.

Los cursos pasaron tan rápido que de pronto se encontró con apuntes que hablaban de la Zona Económica Exclusiva, la Plataforma Continental, con exámenes orales, el artículo 18 y 20 de la Constitución, el famoso cuadro de las funciones y disfunciones de los medios… Poco a poco habían ido desfilando por la tarima de la clase profesores sinceros, directos y sin pelos en la lengua… como Galiana y otros, como Francisco Caro, que intentan suavizar la realidad contando que las ranas, cuando se mueren, tienen una charquita en el cielo de las ranas… qué bonita metáfora empresarial.

Bueno, ¿y qué pensarían de esto los nuevos, los que llegaron de otra licenciatura “de rebote”? Manuela, Miguel, Adrián, Víctor, Andrés, Dani, Marisa… ah no, que Dani y Marisa eran otros infiltrados del grupo de la mañana. Qué verían en los nuevos, para estar siempre con ellos, siempre a la izquierda. Como las niñas, que cogieron sitio en primero, y a ver quien quitaba a Dori, Zoraida, María, Vanessa e Inma de allí de al lado de la ventana…

El reto de la carrera, en el fondo, no llegó hasta cuarto. Cuando comenzó a hacer cosas de adultos: tuvo que organizarse, con los alumnos de toda la licenciatura, para grabar un informativo en televisión y un programa de radio. Aunque en esto de la radio, hay quien iba con ventaja… como Rocío Parrilla, que ya había decidido que el mundo de las ondas era lo suyo. Trabajos bajo presión, con sólo cuatro horas, prompters que no funcionaban, cámaras que se apagaban, sistemas que se caían, micrófonos que no se escuchaban… la vida real.

Ay, la organización, lo que nos ha costado ponernos de acuerdo. Como cuando empezamos con el viaje de fin de carrera. La de disgustos que pasó Ana María. Bueno, Ana María y Gema, Salvi, Rafa, Jesús y Benjamín, que vinieron desde la clase de al lado en un pack, como los galácticos. Y es que los rumores contaban que nosotros éramos muy buenos… ¿o no?

Sin apenas percibir cómo fueron pasando los años, la carrera llegaba al fin. Hasta había publicado un relato en un libro, gracias a Narrativa... todo un sueño. Y los acontecimientos se iban ya a precipitar de manera inexorable. Comenzaron las reuniones para preparar el viaje de fin de carrera. Mantecados y papeletas por doquier inundaron la facultad.

Y las papeletas que no se acababan. Y las reuniones los lunes o martes antes de la clase de Aurora, que tiene el cielo ganado con todos nosotros, porque entre reunión de viaje y viaje, comenzaron las de la Graduación, que duraron meses y meses… tantos meses que acabaron hace media hora.

Mientras tanto, una asignatura aprobada no se sabe cómo, el reencuentro con Mª Ángeles en Documentación, los blogs y el interminable informativo de Canal Sur Cádiz presentado por la omnipresente chica de amarillo. Todo pasaba demasiado rápido y de pronto ya estaba en el viaje “oficial”, de crucero por el Mediterráneo, bebiendo mojitos en el jacuzzi, bailando el chucu-chucu, con Yolanda ganando un premio de belleza, jugando al bingo con Laura, “la nueva” y María Jesús… María Jesús que casi se queda comprando postales en Florencia.

Pero lo bueno es muy breve, y una semana después, volvimos a la cruda realidad: estábamos a primeros de mayo y ni habíamos grabado las noticias de Agustín, ni habíamos planteado la escaleta de Concha y Pastora. Pero todos tranquilos, ¿eh? Que cinco años de carrera nos habían dado experiencia: “en la noche de antes da tiempo a hacer de todo”.

Llegaron las últimas horas de clase y las despedidas. Las orlas estaban listas para ser recogidas y poco a poco fue corriéndose la voz: que si Rosa llama a Meli, Meli a Mamen, Mamen a Mª José, Mª José a Eli… Las últimas fotos con los compañeros, las últimas juergas, los tés de Dani, el de siempre, antes de clase… Y la última tanda de exámenes y de entrega de trabajos, la más dura de la carrera. Todo se acababa, como los buenos sueños.

Y es que, como dijo un compañero hace dos días, «parece que se paró el tiempo esta mañana y el examen de Aurora fue un antes y un después». Ese “Hasta el viernes” que nos dimos fue más frío, más triste y más complejo que los demás, una despedida que no quería ser…

Bien, pues la historia de Internet, la que hemos encontrado en Internet, acaba aquí. El final aún no está escrito. Es el aquí y ahora. El momento de nuestra graduación, que tanto habíamos ansiado hace años, hace meses, pero el que con tantas fuerzas deseamos ahora que no se acabe. Porque cuando dentro de unos minutos salgamos por la puerta del salón de actos será la última vez que lo hagamos como clase de Periodismo C.

Ahora, cuando nos hayamos graduado, os queremos invitar a que deis una vuelta por la Facultad, tal vez la última... a que saboreéis uno de tantos cafés que nos hemos tomado justo ahí en la barra, hablando de cosas sin importancia.

A que paséis por delante de la copistería en la que hemos esperado horas y horas a que llegara nuestro número para fotocopiar algunos apuntes prestados. A que contempléis esas paradas del autobús de las que en más de una ocasión hemos salido corriendo para no llegar tarde a la clase de Estética, de Literatura, de Historia…

Y que, aunque vengamos tan arreglados, os sentéis, una vez más, en esas escaleras de la entrada, en las que tantas tardes al sol pasamos, perdiendo alguna clase… ¿Recordáis la primera vez que os sentasteis allí? ¿La primera vez que entrasteis a la biblioteca un poco despistados y encontrasteis a Reme o a Carmen tras el mostrador? Hace ya cinco años. Cinco, desde que subimos por primera vez las escaleras.

Hoy saldremos de aquí con la convicción de que hemos logrado un objetivo: ser periodistas. Pero en realidad es el principio del camino y llega el momento de separarnos: unos se irán a sus pueblos, otros a Madrid, al extranjero; otros se quedarán en Sevilla… No importa en lo que trabajemos, ni la empresa, ni lo que sigamos estudiando. Porque todos vamos a compartir una misma formación, un mismo sentimiento, el que hemos adquirido entre las paredes de este edificio.

Un edificio que inauguramos nosotros. En el que hemos visto hasta cataratas… y que ahora despedimos, sintiendo que nos llevamos algo de él. Del edificio y de los profesores que, unos con más ventura que otros, intentaron enseñarnos a afrontar la vida como personas y profesionales.

Y de vosotros, compañeros, hemos aprendido la importancia del compartir, no sólo el conocimiento y los buenos momentos, sino también los malos, los de agobios y de horas bajas. El trabajo en grupo, para juntos lograr un mismo objetivo.

Amigos, esto se acaba. Ha sido un auténtico placer compartir este cachito de vida con vosotros. Como dice la canción, tal vez después nos busquemos en la clase y sólo el eco nos responda… pero tenemos que luchar contra ese vértigo porque hoy… hoy puede ser un gran día, es un gran día. Compañeros, aunque suene tópico, sólo nos queda deciros una palabra, de todo corazón. GRACIAS. A nuestros profesores, por habernos convertido en los periodistas que soñamos ser. A nuestras familias, por habernos apoyado tanto en nuestro camino. Y a todos vosotros, compañeros, colegas y, sobre todo, amigos. Gracias por estar ahí.

Mucha suerte y hasta siempre.

Texto de Manolo y Marina (4 de julio de 2008)


Por mi parte sólo puedo decir GRACIAS. Gracias por mencionarnos a todos en el discurso. Gracias por haber sabido resumir tan bien todo lo bueno vivido en los últimos cinco años. Gracias por habernos hecho sentir especiales en la última tarde que íbamos a pasar todos juntos en la Facultad como alumnos de Periodismo, como integrantes de un mismo grupo...
Y sólo tengo que haceros una observación: cuando dijísteis lo de las estrategias de propaganda, supongo que queríais decir Goebbles en vez de Himmler ¿no?

2 comentarios:

Autor invitado dijo...

Yo qué sé hija, yo quería nombrar a los rusos na' más pero al final metimos a los nazis... a lo mejor por eso se reía Miguel, jajaja

En fin, que me pongo seria, que gracias a vosotros por los 5 años y que nos vemos en octubre!! ;)

DarkMoMo dijo...

Que pedazo de artículo copón!! Que buenísimo xD... Este blog surgió para aprobar.... Producción Periodística?